Mis recuerdos, para bien o para mal, parten de lo digital. Soy hija de la digitalización desde el momento en el que, al mudarme a los 6 años dejé cosas y memorias en Xalapa, poco recuerdo de la casa que habité, de las calles que transitaba, muchas cosas que sé son por las fotos que, mediante la digitalización fueron rescatadas de las muchas mudanzas subsecuentes. También recuerdo los primeros juegos de computadora, estos ocupan un lugar en mi memoria formativa similar a los libros infantiles, con Conejo lector, primeros pasos aprendí a vincularse con las imágenes digitales desde lo artístico, con Mi abuela y yo logré situarme en un lenguaje narrativo interactivo mucho antes de saber leer, por dar ejemplos.
Byun Chul Han menciona que al momento en el que se digitalizan las cosas pierden una esencia necesaria para pertenecer al mundo, las cosas desnaturalizadas se vuelven vacías, se vuelven datos. Estos datos son computables pero no son experimentables, no hay un arraigo o una posesión hacia ellos porque han perdido su cualidad de cosas.
No estoy diciendo que la digitalización de las cosas sea la forma ideal de relacionarnos con ellas pero es la que a muchas personas nos ha tocado transitar. Recargar nuestra existencia, nuestra memoria, en la digitalización es una de las muchas consecuencias de la crisis económica actual donde acceder a bienes materiales propios y permanentes como un patrimonio donde almacenar objetos es cada vez más exclusivo. Con el tiempo, si no hay nada material seguro, no queda más que buscar la manera de generar un improvisado archivo digital, transformar los objetos en datos que con suerte superarán la barrera de los avances tecnológicos que vengan.
El autor menciona que nos encontramos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas, ya no habitamos el mundo en un sentido físico. Esto lo podemos observar de muchas maneras, desde el conocimiento que tenemos del mundo a través de google maps hasta la difusión constante de fotos de eventos y viajes en redes sociales como testimonio de estos.
Pero esta transición no es de la noche a la mañana, el proceso lleva ocurriendo desde hace años dando saltos entre formatos de archivos y nuevos dispositivos, dejando datos digitales perdidos que se vuelven valiosos por su anacronicidad o por la dificultad de su recuperación, Lost Media. Byun-Chul Han también habla de la muerte de las cosas como una de las razones por las que son valiosas, como las fotografías analógicas que son sensibles al ambiente y se deben proteger hasta el día que inevitablemente desaparezcan, en este sentido los archivos digitales también son atesorados por quienes saben de su verdadera fragilidad.
Una manera de anteponerse a esta situación es guardar nuestros archivos en la nube, sin embargo esta acción provoca perderlos dos veces, no solo dejas de lado la materialidad de las cosas, también sedes toda posesión de ellas sacándolas del dispositivo que sí te pertenece para almacenarlo en un espacio inexistente ajeno a tu control. Esto se hace por una desconfianza inicial a dichos objetos que fácilmente pierden vigencia por la misma obsolescencia programada. Los aparatos se renuevan tan constantemente que no hay un vínculo real con ellos, Byun-Chul Han habla de esto al referirse a los smartphones como nuestros “objetos autistas” con los que tenemos un fuerte apego y fijación pero al mismo tiempo son fácilmente reemplazables por un modelo nuevo.
En el libro de no-cosas se menciona cómo el término de libertad ha ido representando cosas diferentes a lo largo de la historia, en un primer momento refiriendose a la no esclavitud, posteriormente, en la modernidad reprecentó la autonomía del sujeto y en la actualidad el valor de la libertad se ve reducido a la capacidad de elegir entre multiples opciones de consumo. Hoy en día parece que estamos encadenados al smartphone, el phono sapiens ya no es funcional sin dicho aparato, lo usamos para comunicarnos, para convivir, para resolver tareas cotidianas y al mismo tiempo le brindemos nuestros datos de consumo y biológicos que se vuelven una mercancía invisible, nuestra libertad de elección se ve coartada por el mismo aparato que nos ofrece supuestas posibilidades infinitas.
La cultura pop que mantiene y legitima el sistema capitalista siempre representa la amenaza comunista como la pérdida del color y la diversión, mundos donde todos visten la misma ropa, tienen casas iguales y comen lo mismo. En esa representación el capitalismo liberador ofrece variedad, personalización, individualidad. Es una ironía que los celulares que comenzaron siendo de diseños variados hoy en día sean apenas diferenciables entre sí, rectángulos lisos cada vez más delgados, de la misma manera el resto de aparatos y electrodomésticos repiten los mismos colores neutros. Se homogeniza el gusto mediante la moda a la vez que las redes sociales mediante sus algoritmos homogenizan lo que se consume.
Las generaciones que crecimos con la transición hacia los smartphones sentimos en gran medida la coerción contra nuestra libertad por medio de dicho aparato, ya ni siquiera en el internet está presente la personalización e individualidad que el capitalismo presumía ofrecer, las redes que ofrecían un terreno propio customizable en la web como myspace fueron aplastadas por la monocromía de facebook, hoy en día estar en redes sociales como instagram es un requisito para participar en la sociedad.
No por nada se pone de moda negar las redes, los dumb phones así como los minimal phones, teléfonos básicos con funciones reducidas, se popularizan en el mercado como alternativas para dejar la ya detectada adicción al celular, estos aparatos que antes eran baratos encuentran su demanda en un mercado de jóvenes que intentan retomar el control de sus decisiones, ocasionando que su precio se incremente.
En el 2017 se lanzó el sistema operativo KaiOs, su objetivo era ofrecer una alternativa para teléfonos básicos, de teclas y muy económicos con acceso limitado a redes sociales, google maps y whatsapp entre otras aplicaciones de uso “obligatorio”, estos dispositivos se vendían en México en oxxos, permitiendo a usuarios de casi cualquier clase social mantenerse comunicados. En 2024 con la demanda de dumb phones meta retiró Whatsapp de KaiOs, siendo esta la aplicación más importante para comunicarse hoy en día ya no tiene sentido comprar un celular de este tipo. Meta no permite que las personas se mantengan comunicadas si estas no van a participar del mecanismo adictivo que representa un smartphone normal.
Byun-Chul Han habla de cómo la fotografía digital transforma la luz en datos y por lo tanto cancela la cualidad de cosas que puede tener una imagen que no sea análoga, sobre esto me gustaría apuntar que, si bien los datos por sí solos no adquieren significado personal para nadie porque son en cierto sentido invisibles, ese archivo es aprehensible desde el momento en el que es elegido para ser almacenado por tener un valor. Las cámaras digitales son en muchos sentidos accesibles para cualquier usuario, al estar fácilmente a la mano son testigos imparciales de los momentos más mundanos y de los más especiales, con ellas se logra documentar el verdadero día a día, el pasar del tiempo queda almacenado de manera casi accidental en teléfonos y plataformas, la acción de almacenamiento de esas fotos, datos, se vuelve un mecanismo de memoria y contabilización del tiempo.
Recientemente se popularizó el regreso de las cámaras digitales compactas point and shoot, muchos celulares de la actualidad tienen mejores cámaras incorporadas, sin embargo el ejercicio de meditar la toma parece solo hacerse presente al cambiar a un dispositivo especializado. Esta nostalgia presente en la estética “y2K” viene acompañando a una generación afectada por la exposición constante a la sobrecarga de imágenes.
Hoy en día parece que es imperativo detenernos a reflexionar la importancia de esos datos digitales, no podemos frenar la digitalización del mundo pero podemos comenzar a reflexionar sobre qué información digital producimos, consumimos y almacenamos. Especialmente con la llegada de la inteligencia artificial que otorga tantas posibilidades sin dejar de generar datos que no podemos ver pero si estamos manteniendo mediante nuestros recursos naturales.